
MARTA TAPIA


      Pedro  Lemebel nació en 1955 en Santiago, es escritor y artista visual. En  la década del 80, junto a Francisco Casas formaron el colectivo de  arte "Las Yeguas del Apocalipis". Ha publicado: "Incontables";  "La esquina es mi corazón"; "Loco afán"; "Tengo  miedo torero". Gran parte de su texto: "De perlas y cicatrices"  fue leído como crónicas en la radio “Tierra” de Santiago.
      Hay  que precisar también que dos obras de Lemebel fueron llevadas al teatro:  “Loco Afán” en  el año 2000 y “De perlas y cicatrices” en  el  2001. Ambas obras fueron saludadas tanto por el público como por  la prensa.
      Cronista  de los márgenes, símbolo del activismo gay y la resistencia contra  la dictadura pinochetista. 
        “No se puede hablar de la literatura chilena actual sin nombrar a  Pedro Lemebel. Este escritor se ha convertido en pocos años en EL escritor  por excelencia, haciendo descubrir al lector otro mundo, otro Chile.  Ese Chile escondido o, mejor dicho, el Chile que nadie quiere ver. Un  Chile que, justamente, Lemebel sabe pintarnos de color rosa. Por primera  vez, se le otorga la palabra al homosexual, al roto, a la prostituta  y al “gallo” de la esquina que nadie ve”. (El canillita Nº 59,  2002).
      ¿QUÉ  NOS DICE LEMEBEL?
      Convertirse  en Escritor:
      “Lo  decidí cuando me pagaron la primer crónica que publiqué en la Revista  Página Abierta, a fines de la dictadura. Para los pobres, esto de escribir  no tiene que ver con la inspiración azul de la letra volada: más bien  lo define e impulsa el estruje de la supervivencia. No creo en una forma  natural de la expresión. No nací con una estrella en la frente, como  dice Violeta Parra”.
      Activismo:
       “Para  mí siempre hay una decisión política que detona la puesta en escena  de mis irrupciones en el campo cultural. Es más, los géneros –escritura,  visualidad, activismo- se contaminan de acuerdo a la pulsión de mis  afectos y resentimientos. Por otro lado, lo preformativo de mi trayectoria  político-cultural existió siempre, lo coliza (de “loca”, homosexual,  en Chile) se me notaba desde el satélite. Siempre fui un cuerpo notorio  en su deseante sexualidad transversal. Nunca salí del clóset, en mi  casa humilde no había ni ropero. La palabra performance, cuyo significado  desconocía, la entendí como un pasaje a Nueva York: a la larga el  tiempo me dio la razón”.
Aceptación:
      “La  catedral literaria se yergue sobre las plumas del clóset; a mí me  aceptan con una risa torcida, debe ser porque la crónica marica   no compite con los géneros sacralizados por el cánon literario. Me  toleran con una náusea educada, se refieren a mí como ese refinado  escribidor de manos tan blancas.”
      Luego  de intentar una aproximación para conocer quién es Lemebel, descubro  qué me seduce del escritor:  su carácter y decisión para interpelarnos  en cada oportunidad que se le presente. Sea a través de la expresión  de sus ideas y experiencias de vida o, por medio de la denuncia   que realiza  en las entrevistas y, por supuesto, mediante su literatura  controvertida y deslenguada. Lemebel utiliza todos los recursos a su  alcance para transmitirnos su visión de mundo y particularmente su  visión del mundo homosexual.
       
      “LOCO  AFÁN”
      Su  libro “Loco Afán” se compone de una serie de textos que hablan  de cómo transcurre la vida de “las locas” como se refiere él a  los trasvestis y gay que  conforman un mundo surgido en la clandestinidad  y en la marginación social, donde encuentran su espacio para vivir  su opción homosexual y también para morir por el flagelo del Sida. “Las estrellas, pintadas en positivo  y negativo, reafirmaban la poética del título de la acción «LO QUE  EL SIDA SE LLEVÓ».” (La muerte de la Madonna).
      Las  historias que forman este libro, me impresionan por la crudeza con que  se narran la miseria humana y el dolor de un grupo de seres  humanos, marginados. Pero también, me deja perpleja el observar que  no se victimiza a los protagonistas, al contrario, ellos manifiestan  gran orgullo de ser homosexuales. Siento que de esta forma, se rompe  un gran tabú al visibilizar esta realidad que nos permite conocer una  parte escondida de nuestro país y humanizar a aquellos que, por años,  hemos satanizado con el estigma del pecado, desconociendo así   su calidad de personas y sus muchas virtudes.
      “De  aquí no me llevo nada, porque nunca tuve nada. Y hasta eso lo perdí.”  (La noche de los visones).       
      Me  llama la atención como, a través de los relatos, hechos en un vocabulario  tan descarnado e insolente, pero a la vez marcado por el humor, rayando  en el humor negro,  Lemebel logra presentarnos una crítica incisiva  y mordaz de la sociedad.  “Ella se compró la epidemia en Nueva York, fue la primera que la  trajo en exclusiva, la más auténtica, la recién estrenada moda gay  para morir”. (La noche de los visones).
       “La mortecina penumbra que apenas  deja ver la miseria de trapos, cartones y rastrojos de fruta donde patina  el taco aguja de la Regine. La loca da un tropezón medio borracha,  medio mareada por el AZT que tanto cuesta conseguir. Y sin embargo llega  de contrabando, o se consigue a mitad de precio con movidas brujas”.  (La Regine de Aluminios El Mono).
      Dentro  de la crítica que realiza el autor, también logro observar como deja  traslucir su mirada acerca de los hechos políticos que acontecieron  durante la década de los setenta  y ochenta y, cómo afectaron también  a este grupo. 
      “Santiago  se bamboleaba con los temblores de tierra y los vaivenes políticos  que fracturaban la estabilidad de la joven Unidad Popular”.  (La noche de los visones).
      “La  Chumilou murió el mismo día que llegó la democracia, el pobre cortejo  se cruzó con las marchas que festejaban el triunfo del NO en la Alameda.  Fue difícil atravesar esa multitud de jóvenes pintados, flameando  las banderas del arco iris, gritando, cantando eufóricos, abrazando  a las locas que acompañaban el funeral de la Chumí. Y por un momento  se confundió duelo con alegría, tristeza y carnaval. Como si la muerte  hiciera su camino y se bajara de la carroza a bailar un último pie  de cueca. Como si aún se escuchara la voz moribunda en la Chumi, cuando  supo el triunfo de la elección. Denle mis saludos a la democracia,  dijo. Y parecía que la democracia en persona le devolvía el saludo,  en los cientos de jóvenes descamisados que se encaramaron a la carroza,  brincando sobre el techo, colgándose de las ventanas, sacando pintura  spray y rayando todo el vehículo con grafitis que decían: Adiós Tirano.  Hasta nunca Pinocho. Muerte al Chacal”.(La noche de los visones).
      Por  otra parte, no puedo dejar de hacer mención a la descripción impecable  que logra de lugares, objetos, sensaciones y olores…  “Todo un mundo de periódicos y papeles colorinches para tapar las  grietas, para empapelar con guiños y besos Monroe las manchas de humedad,  los dedos con sangre limpiados en la muralla, las marcas de ese rouge  violento cubierto con retazos del jet set que rodeaba a  la cantante.” (La Muerte de la Madonna). 
      “La  última moda fúnebre que la adelgazó como ninguna dieta lo había  conseguido. La dejó tan flaca y pálida como una modelo del Vogue,  tan estirada y chic como un suspiro de orquídea. El sida le estrujó  el cuerpo y murió tan apretada, tan fruncida, tan estilizada y bella  en la economía aristócrata de su mezquina muerte”. (La noche de  los visones).
      “Del  grupo que aparece en la foto, casi no quedan sobrevivientes. El amarillo  pálido del papel es un sol desteñido como desahucio de las pieles  que enfiestan el daguerrotipo. La suciedad de las moscas fue punteando  de lunares las mejillas, como adelanto maquillado del sarcoma”.   
      Desde  el punto de vista de los sentidos, “Loco Afán” despierta y gatilla  en el lector todo tipo de emociones asociadas a la rabia, impotencia,  vergüenza y pena de sentir y ver cómo somos parte de esta sociedad  que castiga la diferencia hasta la anulación, y más aún cuando ésta  se cubre con el velo de la pobreza.
        “Así, el barrio  pobre por una noche se soñó teatro chino y vereda tropical del set  cinematográfico. Un Malibú de latas donde el universo de las divas  se espejeaba en el cotidiano tercermundista. Calle de espejos rotos,  donde el espejismo enmarcado por las estrellas del suelo, recogía la  mascarada errante del puterío anal santiaguino”. (Nemesio Antúnez  y Madonna).
      Finalmente,  los invito a conocer a Lemebel y a compartir sus impresiones acerca  del escritor y de su literatura tan particular.