domingo, 5 de agosto de 2007

A LOS CRITICOS LITERARIOS DE LA REVISTA DE LIBROS DEL DIARIO EL MERCURIO DE CHILE

Por César Valdebenito

Perdónenme si he tardado tanto en escribirles. No siempre puedo dedicar tiempo a estos papeles. Ahora lo he leído todo (reseñas, estudios, notas y otras cosas) a pesar de que los textos que tengo están llenos de palabras equivocadas, errores a cada línea y, por lo tanto es material de segundo orden. Ustedes tienen entre las manos temas buenísimos, ¡y van y los rellenan con esos desechos de intelectualismo retórico de dos céntimos! Estoy enojado porque no logro hacerlos comprender. Los autores y libros me parecen escogidos con el adecuado sentido crítico. Por supuesto me gustaría verlos marcar posiciones en el momento en que se producen en la literatura mundial cambios que hacen envejecer obras que ayer mismo parecían espléndidas. Sin embargo hay cosas coherentes, ahí están las notas al pie de página y sus matices, pero luego nada cobra un significado más vasto y al final ello termina por ser un poco ingenuo, un poco evidente, un poco descabellado. ¿Por qué escriben en ese dialecto apenas traducido o en esa jerga de maleante? ¿Por qué buscan modos de decir que apestan a libros y utilizan palabras técnicas que se vuelven abstractas y mentirosas? ¿Cómo no son capaces de distinguir las palabras que han nacido muertas? ¡Oh, diablos! Si no cambian me veré obligado a mandarles un asesino a sueldo para que los mate.

Por supuesto que hay partes (las menos) que se leen bien, hay ciertas hojitas bastante pulcras, ciertas frases que son preciadas y legibles, pero a medio andar se caen y aquello se torna insípido, superfluo, básico. No se añade nada a lo que ya se sabe. Han leído muy mal a Calvino. Refrésquense con Bloom o con Susan Sotan. En este juego se necesita sensibilidad para no ir en el rebaño. Y lo malo es que muchos de estos papeles son tan imprecisos que el lector interesado se siente irresistiblemente inclinado a saltarlos. Todo es demasiado cómico. También tengo fuertes reservas cuando abordan las conclusiones que habría que escribir de manera clara y ordenada. Mucho antes los párrafos se deshilachan, cada uno va por su lado y todo se esboza y este cuadro se plantea una y otra vez en sus diversos detalles. Quizás habría que tomar algunos textos como un primer apunte o un punteo o ejercicio de escritura, no sé. ¿La ortografía?, es bastante aceptable. Hay un bello esfuerzo en la puntuación. Y en ocasiones en la sintaxis, aunque se pueden hallar casos bochornosos. Es claro que cada vez que reflexionan a uno le entra el pánico, sin embargo me llama la atención encontrar esos pensamientos que son el ejemplo cabal del conciliador libertino oportunista que está permitiendo que la corrección política haga trizas la (ya pobre) literatura chilena. Los años venideros serán duros. Pero sobre otra cosa tengo que decir algo (y no sólo porque no estoy de acuerdo con la cuestión), sino porque no se puede pretender examinar ciertos temas (como ustedes lo hacen) en tan pocas páginas; páginas opacas y oscuras. ¿Entre ustedes donde encontrar a uno que sepa apreciar un libro? No lo sé. Luego hay unos papeles que fluyen mejor, pero al final uno se topa con toda esa ratahília de palabras y se embrollan. Lo cual delata a un grupito lamentable que carece de ingenio y convicciones. No puedo decir más aunque con franqueza les recomiendo rescribir los finales en sus diversos sentidos, que son bastante débiles o absurdos, por no decir insólitos. Estoy seguro que cada cosa la podrán ver cuando abran bien los ojos. Los conocimientos de un buen crítico literario deben ser como una vasta bodega de buen vino, fresca y aseada, en constante maduración, reaprovisionada periódicamente con la aparición de nuevas cosechas. Invitan al lector a sorber y paladear, en cantidad suficiente para apreciar la calidad de los vinos disponibles. Pero nunca obligan al invitado a beber más de una copa en cada ocasión, de modo que las visitas a la bodega conserven su frescura y placer. Por otro lado debo decir que escriben bien cuando se dejan llevar libremente por la escritura. ¡Ojalá todo estuviera escrito así! No sé que más decirles. Por orgullo o pudor traten por un momento de abstenerse de seguir escribiendo reseñas, prólogos, críticas y otras yerbas y, si lo hacen traten, tal vez, de escribir de manera totalmente distinta, y verán lo que consiguen. Deseándoles el mejor de los futuros y que se tomen unos años de silencio y reflexión fructífera.

Afectuosos saludos

César Valdebenito