martes, 16 de octubre de 2007

¿QUÉ SE DICE DE PEDRO LEMEBEL?


MARTA TAPIA

Pedro Lemebel nació en 1955 en Santiago, es escritor y artista visual. En la década del 80, junto a Francisco Casas formaron el colectivo de arte "Las Yeguas del Apocalipis". Ha publicado: "Incontables"; "La esquina es mi corazón"; "Loco afán"; "Tengo miedo torero". Gran parte de su texto: "De perlas y cicatrices" fue leído como crónicas en la radio “Tierra” de Santiago.

Hay que precisar también que dos obras de Lemebel fueron llevadas al teatro: “Loco Afán” en el año 2000 y “De perlas y cicatrices” en el 2001. Ambas obras fueron saludadas tanto por el público como por la prensa.

Cronista de los márgenes, símbolo del activismo gay y la resistencia contra la dictadura pinochetista.

“No se puede hablar de la literatura chilena actual sin nombrar a Pedro Lemebel. Este escritor se ha convertido en pocos años en EL escritor por excelencia, haciendo descubrir al lector otro mundo, otro Chile. Ese Chile escondido o, mejor dicho, el Chile que nadie quiere ver. Un Chile que, justamente, Lemebel sabe pintarnos de color rosa. Por primera vez, se le otorga la palabra al homosexual, al roto, a la prostituta y al “gallo” de la esquina que nadie ve”. (El canillita Nº 59, 2002).

¿QUÉ NOS DICE LEMEBEL?

Convertirse en Escritor:

“Lo decidí cuando me pagaron la primer crónica que publiqué en la Revista Página Abierta, a fines de la dictadura. Para los pobres, esto de escribir no tiene que ver con la inspiración azul de la letra volada: más bien lo define e impulsa el estruje de la supervivencia. No creo en una forma natural de la expresión. No nací con una estrella en la frente, como dice Violeta Parra”.

Activismo:

“Para mí siempre hay una decisión política que detona la puesta en escena de mis irrupciones en el campo cultural. Es más, los géneros –escritura, visualidad, activismo- se contaminan de acuerdo a la pulsión de mis afectos y resentimientos. Por otro lado, lo preformativo de mi trayectoria político-cultural existió siempre, lo coliza (de “loca”, homosexual, en Chile) se me notaba desde el satélite. Siempre fui un cuerpo notorio en su deseante sexualidad transversal. Nunca salí del clóset, en mi casa humilde no había ni ropero. La palabra performance, cuyo significado desconocía, la entendí como un pasaje a Nueva York: a la larga el tiempo me dio la razón”.

Aceptación:

“La catedral literaria se yergue sobre las plumas del clóset; a mí me aceptan con una risa torcida, debe ser porque la crónica marica no compite con los géneros sacralizados por el cánon literario. Me toleran con una náusea educada, se refieren a mí como ese refinado escribidor de manos tan blancas.”

Luego de intentar una aproximación para conocer quién es Lemebel, descubro qué me seduce del escritor: su carácter y decisión para interpelarnos en cada oportunidad que se le presente. Sea a través de la expresión de sus ideas y experiencias de vida o, por medio de la denuncia que realiza en las entrevistas y, por supuesto, mediante su literatura controvertida y deslenguada. Lemebel utiliza todos los recursos a su alcance para transmitirnos su visión de mundo y particularmente su visión del mundo homosexual.

“LOCO AFÁN”

Su libro “Loco Afán” se compone de una serie de textos que hablan de cómo transcurre la vida de “las locas” como se refiere él a los trasvestis y gay que conforman un mundo surgido en la clandestinidad y en la marginación social, donde encuentran su espacio para vivir su opción homosexual y también para morir por el flagelo del Sida. “Las estrellas, pintadas en positivo y negativo, reafirmaban la poética del título de la acción «LO QUE EL SIDA SE LLEVÓ».” (La muerte de la Madonna).

Las historias que forman este libro, me impresionan por la crudeza con que se narran la miseria humana y el dolor de un grupo de seres humanos, marginados. Pero también, me deja perpleja el observar que no se victimiza a los protagonistas, al contrario, ellos manifiestan gran orgullo de ser homosexuales. Siento que de esta forma, se rompe un gran tabú al visibilizar esta realidad que nos permite conocer una parte escondida de nuestro país y humanizar a aquellos que, por años, hemos satanizado con el estigma del pecado, desconociendo así su calidad de personas y sus muchas virtudes.

“De aquí no me llevo nada, porque nunca tuve nada. Y hasta eso lo perdí.” (La noche de los visones).

Me llama la atención como, a través de los relatos, hechos en un vocabulario tan descarnado e insolente, pero a la vez marcado por el humor, rayando en el humor negro, Lemebel logra presentarnos una crítica incisiva y mordaz de la sociedad. “Ella se compró la epidemia en Nueva York, fue la primera que la trajo en exclusiva, la más auténtica, la recién estrenada moda gay para morir”. (La noche de los visones).

“La mortecina penumbra que apenas deja ver la miseria de trapos, cartones y rastrojos de fruta donde patina el taco aguja de la Regine. La loca da un tropezón medio borracha, medio mareada por el AZT que tanto cuesta conseguir. Y sin embargo llega de contrabando, o se consigue a mitad de precio con movidas brujas”. (La Regine de Aluminios El Mono).

Dentro de la crítica que realiza el autor, también logro observar como deja traslucir su mirada acerca de los hechos políticos que acontecieron durante la década de los setenta y ochenta y, cómo afectaron también a este grupo.

“Santiago se bamboleaba con los temblores de tierra y los vaivenes políticos que fracturaban la estabilidad de la joven Unidad Popular”. (La noche de los visones).

“La Chumilou murió el mismo día que llegó la democracia, el pobre cortejo se cruzó con las marchas que festejaban el triunfo del NO en la Alameda. Fue difícil atravesar esa multitud de jóvenes pintados, flameando las banderas del arco iris, gritando, cantando eufóricos, abrazando a las locas que acompañaban el funeral de la Chumí. Y por un momento se confundió duelo con alegría, tristeza y carnaval. Como si la muerte hiciera su camino y se bajara de la carroza a bailar un último pie de cueca. Como si aún se escuchara la voz moribunda en la Chumi, cuando supo el triunfo de la elección. Denle mis saludos a la democracia, dijo. Y parecía que la democracia en persona le devolvía el saludo, en los cientos de jóvenes descamisados que se encaramaron a la carroza, brincando sobre el techo, colgándose de las ventanas, sacando pintura spray y rayando todo el vehículo con grafitis que decían: Adiós Tirano. Hasta nunca Pinocho. Muerte al Chacal”.(La noche de los visones).

Por otra parte, no puedo dejar de hacer mención a la descripción impecable que logra de lugares, objetos, sensaciones y olores… “Todo un mundo de periódicos y papeles colorinches para tapar las grietas, para empapelar con guiños y besos Monroe las manchas de humedad, los dedos con sangre limpiados en la muralla, las marcas de ese rouge violento cubierto con retazos del jet set que rodeaba a la cantante.” (La Muerte de la Madonna).

“La última moda fúnebre que la adelgazó como ninguna dieta lo había conseguido. La dejó tan flaca y pálida como una modelo del Vogue, tan estirada y chic como un suspiro de orquídea. El sida le estrujó el cuerpo y murió tan apretada, tan fruncida, tan estilizada y bella en la economía aristócrata de su mezquina muerte”. (La noche de los visones).

“Del grupo que aparece en la foto, casi no quedan sobrevivientes. El amarillo pálido del papel es un sol desteñido como desahucio de las pieles que enfiestan el daguerrotipo. La suciedad de las moscas fue punteando de lunares las mejillas, como adelanto maquillado del sarcoma”.

Desde el punto de vista de los sentidos, “Loco Afán” despierta y gatilla en el lector todo tipo de emociones asociadas a la rabia, impotencia, vergüenza y pena de sentir y ver cómo somos parte de esta sociedad que castiga la diferencia hasta la anulación, y más aún cuando ésta se cubre con el velo de la pobreza.

Así, el barrio pobre por una noche se soñó teatro chino y vereda tropical del set cinematográfico. Un Malibú de latas donde el universo de las divas se espejeaba en el cotidiano tercermundista. Calle de espejos rotos, donde el espejismo enmarcado por las estrellas del suelo, recogía la mascarada errante del puterío anal santiaguino”. (Nemesio Antúnez y Madonna).

Finalmente, los invito a conocer a Lemebel y a compartir sus impresiones acerca del escritor y de su literatura tan particular.

10 comentarios:

Claudio dijo...

A Lemebel lo conocí hace mil años, cuando me emocioné con su MANIFIESTO en esos años de Las Yeguas del Apocalipsis. Estuve al "ladito de él".Sentí su aroma a rebeldía y libertad. Hace poco lo volví a escuchar en Concepción. Solo. Llorando a su Gladys. Volví a ponerme a su lado, a apretarlo entre la gente. Respiré su aroma: olía a Vodka. Sí. Y ahora cada domingo que leo su crónica en La Nación siento ese olor a desesperanza alcohólica indigna para cualquier humano, inaceptable para un gay. Sí, mi estimada Marta Martina Martuá: a un gay se le puede perdonar cualquier cosa, menos perder la esperanza, menos alcoholizar la alegría.

Buena elección, Marta Martina. Aunque te faltó "Tengo miedo Torero". Y considero imperdonable no mencionar que Lemebel escribe todos los domingos en el diario La Nación,¿ O tú lees solamente el Mercurio? jajajjajajajjajajaja. En todo caso, I love Fuguet y only Pablo Simonetti me logra encender.

Un abraso.
No me gusta el vodka.
iwal salud por Lemebel.

Anónimo dijo...

Claudiño querido:

Gracias por tu comentario. Muy benévolo, por cierto.
En cuanto a tu queja de no mencionar la novela "Tengo miedo torero", como imaginarás no hablé de ella porque no la he leído aún y no puedo comentar de lo que no sé. Ahora, si la tienes...préstamela...no seáis egoista.
También debo agregar que una vez me dijiste "Julio comienza en Julio, no antes ni después" y yo recién estoy comenzando mi "Julio" por eso no conocí antes a Lemebel.Un abrazo, Malutae.

Anónimo dijo...

Marta, por diversas razones de tiempo no había podido comentar tu texto. Lo que te puedo decir es que tu lenguaje ha ganado en precisión, claridad y hondura. La tensión periodista asombra. Una lectura franca y honesta en la que pones en juego todas las notas de la melodía. Felicitaciones.

Director Taller

Claudio dijo...

No.
No te prestro el Tengo miedo Torero. Trataré de regalarte algo de Pablo Simonetti, es menos poblacional, más siglo 21. Además ese Pablo, siendo gay seduce a las mujeres. todas mis amigas le adoran.

Un abraso.
En realidad fui muy benévolo.
Chaux.

Anónimo dijo...

Lo primero que te quiero decir que me sorprende que hayas escogido a este autor tan deslenguado y ¨suelto de trenzas¨(lo que por cierto me parece muy positivo).
Encuentro que es un texto súper claro y fácil de asimilar. Mateo y ordenado. ¡excelente alumna!

Marisol Montero

Anónimo dijo...

Marta:

Me resultarón muy claras, atinadas tus impresiones sobre este gran escritor. He leído varios libros de Lemebel, me emocionan su forma de escribir, hay mucha poesía en sus lineas; además su lenguaje es también "filoso", trata de "talar" lo inmundo. En ese sentido se parece a Cesar (no por su tendencia sexual). En todo caso, no me atrae Lemebel por el morbo de ser gay, es por su excelente calidad de escritor.
José

Anónimo dijo...

del director se puede esperar cualquier cosa: incluso aqueyyyoooo

Anónimo dijo...

viciosa...
agradecería muchísimo que tus próximos comentarios fueran más bien del tipo literario que del tipo intriga de quienes formamos este taller. Por lo menos en lo que concierne a "mis" textos. Malutae

Anónimo dijo...

¡Buena Marta!A quien no le da para dar una opinión literaria, le dará para otras cosas...

Marisol

Anónimo dijo...

Marta:
En cuanto a tu apreciación de la obra que comentas de este escritor, encuentro que es clara y directa, aunque a mí, en lo personal no me gusta mucho su obra, porque encuentro que su escritura tiene más de crónica de hechos, en que uno de antemano, ya adivina el final de sus narraciones, no tienen tensión como la tendría si fueran cuentos los que relatase; además, creo que los personajes son repetitivos al igual que el contexto en que los ubica. Aída.